Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

sábado, 10 de diciembre de 2016

EL NACEDERO DEL UREDERRA

Primeros días de primavera. Carmen ha pensado hacer una escapada al parque natural de Urbasa. Conocemos más bien poco de estos montes navarros. Y te pones a buscar información. Una sierra situada en la Navarra media, de dirección oeste-este, frontera entre la región Eurosiberiana y la Mediterránea, dominio del sustrato calizo, modelado kárstico característico, bosques y pastos. Suficiente. Decisión tomada.

Nos llama la atención la advertencia de solicitar permiso para acceder al nacedero del río Urederra. Como en Muniellos. Más información. Un paraje con una surgencia de agua en un entorno de hayas y acantilados. Debe ser lo más esta reserva natural. Allá que vamos. Ya nos apañaremos para entrar.


Por la mañana, visita por Estella/Lizarra. Pueblo majo. Cabecera tradicional de una comarca. Entre el llano y la montaña. Hay muchas lecturas. Jacobea, románica, renacentista, carlista, navarrista y euskalduna. Algo venida a menos absorbida por la pujanza de la vecina Pamplona. Pero con mucha vida.

Comida en ruta en un merendero entre viejas viejas carrascas. Llegamos a Baquedano, un pueblico al pie de la sierra de Urbasa. Muy arreglado, mucha segunda residencia de gentes que viven en la ciudad. Un parking con control de acceso. Casa rural Aialusa. Los dueños, una pareja joven y muy amable, nos dan abundante información. Al estar alojados en el pueblo, no necesitamos permisos. Esto marcha.  

Tomamos el camino hacia el fondo del valle. Algún prado cerca del pueblo y, en seguida, el robledal y el hayedo que nos acompañarán durante todo el recorrido. El camino que sale del pueblo se va haciendo senda sin perder altura mientras se aproxima poco a poco al río. Entre enero y marzo, en Alsasua, en la otra vertiente de la sierra, llevan recogidos 747 L/m2. Se nota en la fuerza del caudal.


Entre la alfombra de hojas caídas, que no secas pues todo está empapado, florece la hepática aprovechando la tenue luz equinoccial que se filtra entre las ramas desnudas del hayedo ...


Grupos familiares nos acompañan en el paseo. Terminó la Semana Santa, pero aún quedan flecos de vacaciones. Se conoce que es un paraje muy popular. 

Desde los laterales descienden pequeñas surgencias. Algunas han formado edificios tobáceos. Travertinos colonizados por plantas higrófilas: musgos, helechos, gramíneas ...


Seguimos subiendo suavemente. Unas veces nos internamos en el bosque. Otras, nos asomamos al río atraídos por su clamor. 

De frente, cada vez más cerca, el final del valle. El frontal de calizas y margas que no ha podido colonizar la vegetación nos recuerda que estamos ante un caso de modelado fluviokárstico. En concreto, un valle del fondo se saco. 


Característico. De libro. En el siguiente gráfico, véase el valle del la izquierda. El del Urederra.
Al cabo, llegamos a una ladera por la que se desparrama el agua formando cascadas y rápidos. Impresiona su fuerza.


No llegamos a ascender hasta el nacedero. Lo dejamos allí.

Al día siguiente subimos a recorrer los bosques y prados de Urbasa. Por la tarde, antes de volver a los pueblos de la Amézcoa Baja, nos desviamos a mano izquierda para visitar el Balcón de Pilatos. El mirador del valle del Urederra. 

Las calizas paleógenas de la meseta de Urbasa, ligeramente buzadas hacia el norte, son socavadas por la erosión remontante producida por el río Urederra y forman unas crestas que llegan a volarse sobre el valle. 


Eran unas calizas depositadas hace unos 50 millones de años (Eoceno) en un ambiente marino de plataforma continental. En estos mares prosperaron unos foraminíferos, organismos del grupo de los protozoos con esqueleto carbonatado, que emitían seudópodos y cuyos restos tienen forma de balón de rugby. Son las alveolinas. Unos fósiles guía por ser buenos indicadores estratigráficos de los sedimentos marinos depositados durante el Eoceno. Eran muy abundantes.


Seguimos recorriendo la cornisa. Las convexidades, con peor suelo y más venteadas, albergaban viejos robles, enebros y guillomeras ...


Enfrente, los espectaculares acantilados formados por la roca caliza. Al fondo, asomaba el raso de Urbasa, la planicie kárstica aquí bien cubierta por el hayedo ...


Entre ambas laderas, donde se cerraba el valle, estaba el nacedero ...


Bajo los estratos calizos verticales y desnudos aparece un estrato de margas. Estas rocas terrosas están pobladas por vegetación herbácea higrófila y algún arbusto. Bajo las margas, de nuevo, afloran otras calizas, estas más oscuras, formando un nuevo acantilado.

Las calizas y las calcarenitas afloran en la gran meseta de Urbasa. Los primeros son materiales con muchas fisuras, los segundos bastante permeables. Buena parte de las precipitaciones, que alcanzan los 1.800 L/m2, se infiltran y nutren un extenso acuífero cautivo que encuentra como base margas de origen cretácico.

El estrato marcado como 16 (gris verdoso) son el nivel de base del acuífero.
Este tiene tres zonas de desagüe: los manantiales de Riezu, Arteta y el nacedero del Urederra. En conjunto, llevan un caudal medio de 296 Hm3.

Bajo los acantilados, se extiende espléndido un hayedo, más frondoso en la umbría (izquierda, en la foto) que en la solana (derecha, en la imagen) ...


El raso de Urbasa es un extenso pastizal. Caballos, vacas y ovejas pacen en estos prados, abiertos, en su mayor parte, adehesados en otros sectores.


Para evitar los accidentes, los ganaderos han cercado el acceso a los cantiles ...


En algunas zonas los propietarios limitan las parcelas con líneas de árboles. Casi siempre hayas ...


Son paisajes ganaderos. Una parte de la cultura rural. Eso, los navarros lo saben bien.

Cuando las calizas se depositan en ambientes de plataforma continental es habitual que, durante episodios de crecida, reciban aportes terrígenos (arcillas, limos) de las desembocaduras de los ríos. Si estos aportes son moderados, se forman calizas margosas. Si son importantes, entonces se habla de margas. En cualquier caso, las calizas, al disolverse conforme avanza el ciclo kárstico, acumulan tanto en superficie como en su interior estos materiales que resultan, por el contrario, insolubles. Muchas de estas arcillas tienen una fracción de óxidos de hierro que les confiere un característico color rojo. los geólogos les llaman calizas de decalcificación o "terra rossa".


La terra rossa del raso de Urbasa, empapada en agua, cría unos prados jugosos y muy apreciados por los ganaderos. Y también por los topillos, que la utilizan para construir sus refugios subterráneos. Tras el deshielo de final de inverno, la arcilla es fácil de trabajar por lo que los topillos aprovechan esta circunstancia para ampliar sus galerías y madrigueras.


Cae la tarde. Y se acentúa el frío. Las ovejas lachas, forradas por largos y grasos vellones, evitan el frío y la lluvia. Son ovejas lecheras. Aprovechan la última hora de luz para comer con afán el pasto fresco, que inicia tímido su rebrote a finales de marzo.

Son majas las ovejas lachas, con sus cuernos vueltos y su cara negra.


Grandes hayas salpican los prados. Son el arbolado de antiguas dehesas. La sombra del ganado, la madera para el carbonero.


Las que vemos parecen ser trasmochas, con el turno perdido, pero con su esplendor vigente. Hermosa sierra, la de Urbasa.

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