Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

viernes, 29 de julio de 2016

EN LOS LIBROS DE TEXTO

La difusión del conocimiento suele seguir una trayectoria bien definida. En una primera fase, los investigadores muestran sus aportaciones entre la comunidad científica mediante artículos en revistas científicas y comunicaciones en congresos. En una segunda etapa, se extiende entre sectores más amplios de la sociedad a través de publicaciones divulgativas y los medios de comunicación, éstos últimos cada vez más eficaces. En una tercera etapa, los conocimientos se incorporan al sistema educativo de forma que se accede a amplios sectores sociales que se encuentran en plena formación, generalmente en su infancia o juventud.

Conocer una singularidad como es el chopo cabecero, a pesar de su singularidad, ha seguido el mismo recorrido. 


Alrededor de este aprovechamiento agrosilvoganadero tradicional casi exclusivo de la cordillera Ibérica convergen diferentes aspectos que multiplican su interés: cultura popular, ecología, paisajismo, arte, historia, gestión de los recursos naturales y muchos otros. Pero, por su distribución territorial tan específica (cordillera Ibérica), por el escaso peso social de esta región geográfica y, sobre todo, por el completo desconocimiento existente hasta hace bien poco, el chopo cabecero ha pasado desapercibido en la sociedad. 

Pues bien. El camino no ha resultado fácil pero podemos decir que ya levamos mucho andado. Ya hemos llegado a la tercera etapa. El chopo cabecero ya ha entrado en el ámbito de la Educación en Primaria y, sobre todo, en Secundaria. El Aula de la Naturaleza de Aguilar del Alfambra (con sus materiales didácticos específicos bien diferenciados por niveles), las cartillas didácticas para salidas de campo (IES Pablo Serrano, Comarca Comunidad de Teruel) y páginas web (IES Valle del Jiloca, Centro de Estudios del Jiloca) se ven completadas con la aparición en los libros de texto. Os contamos.


La Editorial Edelvives ha incluido una actividad didáctica destinada a pautar y explicar cómo trabajar una fuente de información tan singular como Internet. En concreto lo ha hecho en el libro de texto de la asignatura Geografía e Historia de 3º ESO en la edición de 2015 dentro de la unidad didáctica "El sector primario". Mediante un sencillo proyecto de investigación sobre el chopo cabecero se persigue que el alumno aprenda a buscar, extraer y organizar la información ofrecida por una fuente tan singular como Internet al tiempo que se profundiza en los contenidos del sector primario (silvicultura) con un tema novedoso por ser poco conocido.


Como un tema de interés para adquirir destrezas metodológicas, pero el chopo cabecero ya ha entrado en muchas de las aulas de Secundaria de institutos y colegios de todas las comunidades autónomas españolas. 

¡Enhorabuena a los responsables por su trabajo!

lunes, 25 de julio de 2016

ARTE Y GEOMETRÍA EN LAS SALINAS DE OJOS NEGROS

Las salinas son un aprovechamiento minero de lo más singular. Las salinas de interior, todavía más. Como la de Ojos Negros.


Las aguas que se infiltran en las calizas del Jurásico Inferior (Lias) se encuentran con materiales impermeables como son las arcillas y margas de vivos colores ricas en yesos y otras sales del Triásico Superior (Keuper). El agua, antes de aflorar en un manantial, disuelve algunas de estas sales al permanecer en contacto con los materiales triásicos.


Este manantial, además de ser un lugar de interés hidrogeológico, reúne otros valores naturales y culturales.


Crea condiciones apropiadas para el desarrollo de una comunidad de plantas halófilas entre las que están presentes especies de gran interés biogeográfico y ecológico, muchas de ellas tienen áreas de distribución muy restringidas y alejadas.


Las salinas de Ojos Negros tienen una larga historia de aprovechamiento que, muy posiblemente se remonte al periodo celtíbero y, a pesar de la ausencia de fuentes, se continúe en periodo romano y árabe. De lo que sí que hay registro es de su gran importancia económica para la Corona de Aragón desde la Baja Edad Media. Esta información y mucha más puede encontrar en la entrada de Xilocapedia que recomendamos leerlas.

Hace un par de semanas, en una calurosa mañana de domingo, fuimos a visitarlas con Rosa y Fran .

Puse mi atención en las piedras de las eras. Predominaban las cuarcitas, cantos desprendidos desde el inmediato macizo paleozoico de Sierra Menera, pero también había areniscas y calizas. Presentaban distintos colores pero tamaños similares, las más con formas poligonales, irregulares, eso sí. Formaban conjuntos armoniosos.


Sin buscarlo (¿o tal vez sí?), los constructores de las salinas, al preparar el suelo impermeable de las eras, habían conseguido crear belleza con su trabajo.


De nuevo vemos una aproximación al land art. Eso sí, desde la utilidad y la sencillez.

Carmen puso el acento en los suyo, en las Matemáticas. En este caso, a través de la Geometría.

Nos llamaron la atención el paralelismo de las tablas de madera que formaban los conductos de distribución del agua salada hacia las balsas ...


Líneas tan paralelas como las de los pasillos que separaban las balsas de evaporación ...


Cada dos balsas disponían de una porción empedrada donde se situaba el operario para realizar los trabajos. Compartiendo una porción de cada balsa se formaba un triángulo. Un triángulo equilátero.


Triángulos, a su vez, rellenos de un empedrado que, a su vez, era un conjunto de polígonos irregulares. Otras veces tapizados de céspedes de gramas halófilas.


Triángulos con la base alineada con una de las paralelas del pasillo. Y con un segmento saliente del vértice opuesto. Armonía en la disposición de los elementos.

 
En estos días de verano en los que no se sabe muy bien qué hacer en el pueblo, escápate hacia Sierra Menera y disfruta con la belleza de lo pequeño.


Descubre (o redescubre) la belleza de las salinas de Ojos Negros. 

viernes, 22 de julio de 2016

CAXICOS ESCAMALADOS EN SIERRA GUARA

En la región submediterránea que se extiende desde el Prepirineo hasta las zonas de menor altitud del Pirineo prosperan Quercus faginea y Q. pubescens (Q. humilis) pero, sobre todo, una forma intermedia como es Quercus subpyrenaica (Q. cerrioides) popularmente conocidos en lengua aragonesa como caxicos.

Su manejo tradicional como árboles trasmochos es común en casi todo el Alto Aragón, desde las Altas Cinco Villas a la Ribagorza, descendiendo hasta el Somontano y La Galliguera. El desmoche, tenía como finalidad la producción de leña, carbón y bellota, aprovechamiento ganadero abandonado hace más de cincuenta años por lo que, igualmente, se han dejado de escamalar, término aragonés con el que se conoce dicha práctica, según nos informó Rafel Vidaller.


El pasado otoño nos escapamos José Antonio y yo a la sierra de Guara a conocerla de la mano de un viejo amigo y gran conocedor de esas montañas: Miguel Ortega. 

Miguel es un naturalista que participa activamente publicando libros, dando conferencias y talleres, organizando excursiones por todo el Alto Aragón y, recientemente, exposiciones. Fruto de su conocimiento del país y su buen hacer es el Espacio Salto de Roldán en Sabayés, que pudimos visitar y que os animamos vivamente a disfrutar.

Miguel está últimamente muy interesado en la información que atesoran los árboles viejos en su madera, en sus anillos y colabora con investigadores especializados. Vamos, que nos adentró en el mundo de la dendrocronología de los árboles de la sierra de Guara. Os recomendamos ver la presentación que se enlaza.

Nosotros le comentamos nuestro interés por conocer árboles viejos y, si es posible, trasmochos. Todo salió perfecto.

A primera hora del sábado nos adentramos en la Bal de Belsué, estrecho y pequeño valle encajado entre las sierras del Águila, Gabardiella y Belarre. Poco después de pasar el pueblo de Belsué, junto a la pista y colgado sobre el profundo valle ya pudimos ver los primeros ejemplares ...

 

con indicios de podas muy antiguas y cubiertos por abundantes musgos y helechos ...


El segundo grupo de caxicos escamalatos lo encontramos adentrándonos en dicho valle. Entre los campos situados al pie del monte del Romeral y situado casi sobre la cola del embalse de Santa María de Belsué, sobre un sustrato de margas ...


 los viejos robles mostraban evidentes rasgos de su manejo. Es un conjunto muy interesante.


Algunos tenían ramas numerosas y delgadas ...

 

Los más, gruesos y viejos camales ... 


Eran evidentes las señales de pérdida de suelo por la acción de las aguas superficiales ....


y el paso del tiempo en estos centenarios árboles con recias raíces ...


gruesos troncos ...


y complejas cabezas con múltiples grietas, huecos y gran cantidad de madera muerta ...


No llegamos a medirlos ni a censarlos. Íbamos de un árbol a otro ...


... sorprendiéndonos en cada caso ...


Seguimos por la pista, que coincide con el GR-1, y pasamos a otro valle, éste encajado entre las sierras de Guara (al sur, con la imponente mole del Puntón de Guara, 2.078 m) y la sierra de Aineto, algo menos inmediata.

Hacia el fondo del valle, a lo lejos, vimos uno que había sido desmochado recientemente y que no había rebrotado. Volver a descabezar robles trasmochos con el turno perdido, como bien saben los ingleses y los vascos, tiene mucho riesgo de fracaso.


Cerca del monasterio de San Urbez, en Nozito, aún encontramos el tercer grupo de robles trasmochos ...


con algunos ejemplares de diámetro notable y conformación imponente ...


Bajo la copa de uno de los caxicos escamalatos situados junto al camino  ...


nos llevamos un recuerdo de esta magnífica jornada por tierras poco conocidas para los tree hunters (cazataires de arbols) del Jiloca


 como le gusta llamarnos a nuestro amigo Rob McBride.

martes, 19 de julio de 2016

ANOTACIONES DE UN NATURALISTA DESPISTADO: LA BELLEZA DE VER DESVANECERSE UNA SOSPECHA

Se tenían sospechas de que criaban en el Jiloca, pero la ciencia no vive de sospechas sino de hechos (lo que no deja de ser, de vez en cuando, un incómodo engorro).  Lo que ni Deme, ni yo, pensábamos aquella mañana es que la confirmación iba a tener lugar... y a primera hora.


Habíamos estado ya de anillamiento el sábado por la mañana.  Si no sabes lo que es el anillamiento científico de aves, ya te lo explico yo, que llevo unas cuantas horas de vuelo. 

Pues resulta que a los pajaricos pequeños, lo que en el mundo científico se denominan paseriformes (aunque aquí entra desde el reyezuelo hasta el cuervo, que pequeñico, lo que se dice pequeñico, no es y hay alguno que pequeñico es, pero que no es paseriforme, como el martín pescador), una forma de recabar información sobre ellos es capturarlos y colocarles una pequeña anilla de aluminio, con un número, en la pata.  Al tiempo que se les coloca la anilla, se miden una serie de parámetros como las longitudes del ala, de la tercera pluma primaria, la cola o el tarso y el peso y se determina si el invididuo es macho o hembra, la grasa que ha conseguido acumular de cara a disponer de reservas suficientes para su migración, así como el estado de su musculatura, que también será de importancia a la hora de migrar.  De este modo, si el ave es recapturada más tarde, o es recuperada la anilla tras su muerte, en otro lugar o en el mismo sitio en que se anilló, podremos saber qué movimientos realiza la especie, como le afecta ese desplazamiento o cuantos años puede llegar a vivir en libertad.


Los datos biométricos (las longitudes) no son difíciles de obtener una vez se ha capturado al sujeto en cuestión.  La cosa se complica, y a veces mucho, con la edad y el sexo.  Para la primera se utiliza, usualmente, un código númerico del 1 al 6.  Los números impares, el 1, 3 y 5 nos indican que sabemos exactamente el año de nacimiento del bicho en cuestión.  Los pares, el 2, el 4 y el 6, que no lo sabemos a ciencia cierta.


Para determinar la edad podemos guiarnos por el modo en que la especie muda el plumaje.  Por ejemplo, en algunas especies los adultos realizan una muda completa tras reproducirse mientras que los juveniles la realizan parcial.  Así, si entre manos (nunca mejor dicho) tenemos un individuo de una especie de estas características, con un plumaje sedoso y suelto y que ha realizado una muda parcial, podemos asegurar que estamos ante un pollo que ha nacido el año en curso y anotaremos un 3.  Si, por el contrario, lo tenemos que ha cambiado todas sus plumas, entonces no podremos saber con seguridad su año de nacimiento y anotaremos un 4, que quiere decir que no sabemos en qué momento ha nacido con exactitud pero que, seguro, no ha sido en el año en curso.  En efecto, esta quizá se la parte más enrevesada a la hora de recabar datos del individuo.  Como no es plan de convertir este artículo en una tesis doctoral, aquí lo dejo.

La determinación del sexo es, a priori, más sencilla.  En ciertas aves se da dimorfismo sexual, el macho y la hembra son morfológicamente dispares, es el caso, por ejemplo, del carbonero común, que al macho la corbata negra le baja por el pecho y aumenta su anchura conforme va aproximándose a la cloaca, cosa que con la hembra no ocurre.  Si la especie es de estas características, pues miel sobre hojuelas. Sin embargo, cuando hembra y macho son iguales, se debe atender a otras consideraciones.  Por ejemplo, la presencia de placa incubatriz en la hembra (se despeja las plumas del vientre para que el calor se transmita mejor a los huevos durante la incubación) o la evaginación prominente de la cloaca en el macho (sí, los hombres somos siempre así de simples). 

Para terminar, la grasa se va a almacenar entre las cláviculas y en el abdomen, es de color amarillo y según si no hay apreciable, o la hay en cantidad, anotaremos números del 0 al 8.  El estado de la musculatura se averigua observando los músculos pectorales, aquellos que están adheridos a la quilla y según si ésta es visible o no anotaremos desde un 0 a un 3.  En la quiniela... perdón, digo, en la ficha que rellenamos al anillar.


Pues a este noble arte de capturar pájaros, anillarlos, tomarles la medida y soltarlos libres como el sol cuando amanece nos dedicamos Deme (que es el que realmente sabe de esto) y yo (que hago de subalterno las más de las ocasiones) las mañanas del sábado y del domingo dentro de las actividades convocadas desde Ambientalia, la Feria de Medio Ambiente, Ornitología y Vida Saludable que tuvo lugar en Calamocha los días 2 y 3 de julio. 

El anillamiento hubiera transcurrido según lo previsto: muchísimo petirrojo, alguna cardelina y alguna curruca capirotada, los páridos habituales (carboneros y herrerillos), algún ruiseñor bastardo (más conocido ahora como cetia ruiseñor), el ruiseñor de toda la vida (un túrdido bastante aturdido) y algún mirlo y agateador común despistados.  Pero cayó él, sucedió lo que Deme y yo no nos hubiéramos imaginado ni en la más optimista de nuestras previsiones.  Bueno, cayó ella (era una chica), la fugaz turquesa, la gran pescadora tenaz del río  que se sabía allí, que se había visto en el río Jiloca y de la que se sospechaba que podría criar, reproducirse, sacar adelante a su pollada en el río turolense.  Pero es que además de ser chica, ¡alojaba un huevo en su interior!  Y la sospecha se desvaneció, ya no había que dar pie a suposiciones, ya quedaba confirmado que el martín pescador, que el alcedínido criaba en el Jiloca.  Y la sorpresa primera al ver la especie enreligada en la red, la alegría de poder disfrutar de sus formas magníficas y de sus tonos de ensueño, se transformó en enorme euforia en todos los que en el parque estábamos aquella mañana de domingo.  


La ciencia, bien lo sabemos, no vive de sospechas.  Si bien, lo que nosotros percibimos entonces es que, en definitiva, tampoco nosotros queremos habitar en la incertidumbre.  Deseamos saber, conocer con la exactitud lo que nos rodea porque es hermoso y parte de lo que somos, al fin y al cabo, y puede que esa certeza contribuya a conocernos mejor a  nosotros mismos porque, sin duda, hay una belleza nítida en aprehender el modo en que nuestros compañeros de viaje viven y se comportan. 

Diago Colás

sábado, 16 de julio de 2016

ATARDECER INVERNAL EN EL PAÍS DE HERVE

Volvíamos aquella tarde de febrero de los páramos turbosos de Hautes Fagnes hacia Lovaina. Quedaba una hora y media de luz y nos animamos a introducirnos en una comarca de la que nada sabíamos y en donde, en el viaje de ida, nos había parecido ver a algunos árboles trasmochos. Nos perdimos por el Pays de Herve.


Es una zona situada en el extremo nororiental de Bélgica. Conecta el valle del Mosa con los las tierras altas de Hautes Fagnes y forma parte de la región natural de las Ardenas. Es un territorio pequeño, con una superficie que supone la cuarta parte de la de la comarca del Jiloca. Forma parte de Valonia, la región belga de habla francesa. Como suele ocurrir en buena parte de Europa es culturalmente complejo pues se encuentra muy cerca del pequeño sector belga de habla alemana y de la zona más oriental de habla flamenca. Esta complejidad se refleja en términos geográficos pues Pays de Herve es la única parte de Bélgica que tiene a un tiempo frontera con Alemania y con Holanda. 

De hecho, está en el centro del triángulo formado por tres importantes ciudades históricas. Lieja (en Bélgica, a cuya provincia pertenece), Maastricht (Holanda) y Aquisgrán (Alemania). Vamos, en el corazón del Imperio Carolingio.


El relieve de Pays de Herve corresponde a un conjunto de colinas que conectan con los pequeños altiplanos abiertos por el río Mosa y sus afluentes. Era un paisaje agrícola formado por prados cercados con setos arbolados (bocage) entre los que se repartían numerosas casas de campo, algunas con granja, las más residencia de personas con actividad no agraria, organizadas por pequeños pueblos.

Caía la tarde. Algunas nubes dispersas recorrían el cielo batidas por un viento frío. La gente volvía a sus casas del colegio y de los trabajos. Era una comarca viva. Gente en las casas, gente en los pueblos.

Y, efectivamente, ahí estaban los trasmochos. Eran los iconos de aquel viejo bocage.


Trasmochos de fresno (Fraxinus angustifolia), pero también de roble (Quercus robur) y de sauce (Salix alba). Árboles aprovechados desde hace décadas sin interrupción. Árboles que forman parte de un cultura rural aún viva. 


Algunos con la cabeza muy alta ... 


Otros con la toza más accesible ...


Muchos había sido descabezados este mismo invierno. Aún estaban los tarugos al pie de los árboles ...


Muchos de los prados estaban separados por setos de gazpotera (Crataegus monogyna) plantados y recortados ...

 

No había nadie en los campos a esa hora. Con la cámara fotográfica en mano entraba y salía por los prados. Un propietario, algo inquieto por mis andanzas por sus fincas, se acercó a preguntarme por mi interés. Me dijo que acababa de podar los árboles para obtener leña para el próximo invierno.


Eran árboles soberbios ...


Los árboles forman parte del paisaje vital de este pueblo. Esto es algo más que una cabañica ... es una prolongación del hogar.


Caía la tarde. Tráfico por la carretera. Uno de las últimas luces nos ofreció otra imagen espléndida de este país ...


Leímos después en internet que el paisaje con setos arbolados es su seña de identidad. Pero los paisajes que vemos, incluso los paisajes históricos como es el caso, han sufrido sus cambios. Por lo visto, durante el medievo era un paisaje abierto formado por campos de trigo salpicado de granjas. En el siglo XVI, el emperador Carlos V orientó la economía transformando el cultivo cerealista en prados para la cría de vaca y la producción de queso y mantequilla, de más fácil de transporte y mayor valor añadido. En estos prados se hicieron su hueco trasmochos como este precioso sauce.

  

Vimos un cartel indicador hacia la abadía de Val Dieu. Allá que nos fuimos, no teníamos prisa por volver ...

Con el paisaje de aquel tranquilo valle en la memoria ... 


nos fuimos acercando al monasterio cisterciense, destruido en cuatro guerras o revueltas y erigido otras tantas veces. La último hace siglo y medio, tras quedar asolado en la Revolución Francesa. Tras su abandono por los últimos monjes hace quince años, es empleado por una pequeña comunidad laica. 

Cuando ya íbamos a subirnos al coche. Descubrimos un pequeño tesoro. Bueno dos. Por un lado el bar que estaba alojado en la contigua y auténtica granja de la abadía, con un ambientazo de gente charrando y con un cocinero que hablaba perfectamente español con acento y gracejo traído de su aprendizaje en Málaga. Y dos, la fábrica de cervezas Val Dieu que estaba situada en las cuadras del monasterio y de la que degustamos unas estupendas brune con las que cerramos una jornada intensa.