Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

viernes, 27 de mayo de 2016

LA BATALLA DEL CARRIZAL

El carrizo (Phragmites australis) es un geófito adaptado a zonas húmedas perteneciente a la familia de las gramineas.

Imagen 002
 
Carrizal en la Laguna del Cañizar. Agosto de 2010
 
En el Jiloca lo podemos ver en zonas inmediatamente cercanas al agua y en contacto con ella, formando parte de ciertos tramos de las orillas de ríos, acequias de riego y humedales (tanto en Gallocanta como en los Ojos del Jiloca, y mas recientemente en toda la superficie agrícola de la cola del embalse de Lechago).
 
Tiene un gran poder de colonización, siendo una especie pionera que hemos visto aparecer ya en las primeras etapas de abandono de cultivos agrícolas en la vega tanto del Jiloca como del Pancrudo.
 
DCIM\100MEDIA
 
Vista aérea del carrizal en los Ojos de Caminreal
 
Tanto en ríos como en acequias de riego la proliferación excesiva del carrizo puede constituir un serio problema pues llega a degradar el ambiente acuático y las orillas, quedando como única especie y dificultando el tránsito del agua, disminuyendo en buena medida el radio hidráulico. En las acequias el carrizo se ha convertido en un enemigo recurrente del agricultor, que ve como año tras año la gramínea no falta a su cita.
 
La respuesta de los agricultores ante la proliferación de carrizales en sus acequias es la quema invernal, cuando las partes aéreas de la planta están bien secas. Esto supone un enorme impacto en estos entornos y constituyen el principio de un círculo de destrucción y degradación: las quemas acaban también con especies poco resistentes al fuego como chopos, sauces, fresnos, y en general con árboles y arbustos ribereños que de manera natural ocuparían esos espacios. Por no hablar de la fauna. Esto elimina  el sombreado del terreno que ofrecen sus copas, lo que favorece precisamente la proliferación del carrizal. Algo similar ocurre con las cañas (Arundo donax) en zonas más cálidas.
 
Imagen 265
 
Marzo de 2009, uno de los últimos incendios provocados en el carrizal de los Ojos de Caminreal
 
Hemos visto este proceso en muchos lugares, aunque quizá el ejemplo más llamativo lo encontramos en las acequias que flanquean el "Camino de Gascones" o de "Las Fábricas", en las inmediaciones de Calamocha. Allí, la quema de carrizales ha acabado poco a poco con la gran mayoría de chopos cabeceros que acompañaban y daban sombra al camino y acequias. Sin arbolado, el crecimiento del carrizal es imparable.
 
Algo similar pero a pequeña escala ocurre en la Acequia de las Monjas en la zona de las "Entrezaicas". Observando estas fotografías se comprende buena parte del proceso.
 
Esta zona de talud junto al río se ha quemado varias veces y el carrizo a irrumpido en la zona. Para “limpiar” se vuelve a quemar, y el proceso se retroalimenta:
 
IMG_7222
 
Un poco más arriba sin embargo encontramos un talud cubierto densamente por especies típicas ribereñas: chopos negros, álamos canos, olmos… que también dan cobijo a un estrato inferior de especies como el espino albar y multitud de herbáceas entre las que destacan Geranium collinum benedictoi. Un espacio ya a la vista mucho más diverso fruto de la poca alteración humana en varios años:
 
IMG_7221
 
En esta foto observamos la “interrupción” de la rica galería boscosa que acompaña a la acequia y la irrupción del carrizal, en una etapa degradativa de la ribera que acompaña a estas acequias:
 
IMG_7223
 
¿Se puede invertir esta tendencia? Es de suponer que si. Si aumentamos y mantenemos la superficie de sombra arbolada en los taludes y cajeros de ríos y acequias lograremos controlar el carrizo y volver poco a poco a la situación inicial.
 
Chopos, fresnos, sauces... incluso nogales, estos últimos mucho menos exigentes en agua que los anteriores, ideales para flanquear caminos. Sus raíces protegen en suelo y sus copas ofrecen hábitat, refugio y alimento a especies animales. Pero también salvaguardan el equilibrio ribereño, un equilibrio frágil en territorios como el nuestro en los que la presión agrícola supone casi constantemente la ruptura del mismo.

martes, 24 de mayo de 2016

RECUERDO DE UNA NEVADA. ESQUÍ Y PAJAREO EN CALAMOCHA

Viernes 26 de febrero. Tras consultar el comportamiento de las aves ... y los mapas de satélites meteorológicos alemanes Fernando lo adelanta: la nevada de este finde puede ser histórica.

El cielo esta gris, como panza de burra.

A las cinco de la tarde he quedado con unos alumnos de 1º de Secundaria para poner en marcha el pequeño huerto escolar. En un momento sembramos los dientes de ajo y la simiente de borraja y plantamos el cebollino, el lechuguino, los puerros, unas planticas de acelga y otras de fresa. Con unos pozales, le damos una riego a las plantas. ¿Quién nos iba a decir lo poco que iba a hacer falta?

De vuelta para casa. Se termina de cerrar el cielo y comienza a nevar. Nieva con ganas. Te asomas a la ventana, temiendo que en cualquier momento deje de hacerlo. Como los niños, que cuando están disfrutando mucho con algo y temen que se acabe. No hay miedo. Nieve y nieva. ¡Qué gusto!

La Comarca del Jiloca celebra este fin de semana un concurso de tapas. Salimos a tomar algo por el pueblo. Buenas botas, buen abrigo y paraguas en mano. La calle está completamente cubierta de nieve. Nadie por las calles. Casi nadie en los bares. ¡Y sigue nevando!

Vuelta a casa. Por la noche ... todo sigue igual. Te asomas a la ventana a mitad de noche y siguen cayendo mansos copos de nieve. Te vuelves a la cama reconfortado.

Amanece. Nieva. Los tejados del Rabal y la huerta del Ajutar están completamente nevados. Los bandos de grullas bajan hacia la vega del Jiloca camino de los rastrojos de panizo de El Salobral. Hoy nadie las molesta. Nadie sale de casa.

Entras en internet. La gente ignora las noticias habituales de política y fútbol. La noticia está hoy en el pueblo. Cada cual sube a las redes sociales las fotos de su pueblo nevando. Hay que compartir la alegría con los demás, con los que lo están viviendo en directo, con los que residen en la ciudad pero tienen su corazón en la casa del padre ... o de abuelo.

Sigue nevando toda la mañana del sábado. Debe ser una nevada muy general, según las noticias. Y toda la tarde. Todo el día en casa. Trabajando frente al ordenador, cerca de la estufa y junto al ventanal. ¡Qué profunda alegría poder disfrutar de una nevada así!

Salimos por la noche al cine. Aún sigue nevando. Un paquete de palmo y medio de nieve descansa sobre los coches. Algunos comentan que en los pueblos de la sierra supera el medio metro. Te metes en la película ("Palmeras en la nieve") pero no te resistes a salir a mitad de sesión para ver el cielo. Ya ha parado. El cielo está plomizo, pero ya no nieva. ¡Todo nos parece poco! ¡¡¡Más de 24 horas seguidas nevando!!!

Te vuelves a la película pensando. Hay que hacer algo. Esto no se repite todos los años. Ya está. Mañana daré un paseo con las tablas de fondo y con los prismáticos. Esquí y pajareo.

Temprano me acerco con el cuatro latas al Río del Cubo a su paso por El Castillejo. Silencio en el campo. Una bisbita común descansa en la rama bajera de una noguera. El suelo está cubierto de nieve. Tardará tiempo en poder encontrar comida.

Hay tanta nieve que no tengo problema para esquiar sin pisar tierra. Me cruzo con un vecino que aún ha madrugado más para disfrutar la nevada dando un paseo con raquetas por la vega. La estación Calamocha Vega tiene un aire extraño.


Me acerco al río. La nevada ha cogido a los sargatillos comenzando su floración.


El río prácticamente no baja. Es un conjunto de tablas conectadas con un hilo de agua. Han cerrado la compuerta para limpiar de capitanas el cajero. Sin ganado que aproveche los rastrojos, las capitanas prosperan, sobre todo si se producen como este año tormentas estivales. Crecen y crecen. Y, en otoño ruedan hasta quedar atrapadas en ribazos, cunetas y ... en acequias. Tiempos de cambios, nuevos problemas.


Las lavanderas blancas corretean cerca del camino

Joven de lavandera blanca en su primer invierno. Foto: C. Pérez
o descansan sobre las plantas acuáticas ...

Macho de lavandera blanca. Foto: C. Pérez
Los pajareles (pardillo común) bajan a beber tras picotear las resecas semillas de los armuelles de los ribazos.

Macho de pajarel. Foto: C. Pérez
Los petirrojos recorren la orilla buscando pequeñas presas entre las ovas varadas y las hierbas. Una pareja de patos azulones irrumpe sobre el río Jiloca, estos días con más caudal por llevar también el del río del Cubo. Es la hora de la llegada de los cormoranes grandes desde su dormidero en el embalse de Lechago. El picorelincho lleva de sonido el silencio de la nevada mañana.


El cielo sigue gris. No corre el aire pero hace frío. La vega está preciosa. Al fondo, Valdellosa.


En un tramo del río con el cajero encementado queda al aire el agua y las plantas acuáticas, sumergidas hasta hace unas semanas. Hay grandes posibilidades de encontrar comida, sobre todo invertebrados acuáticos que quedan a la merced de los pequeños predadores.

El acentor común hace incursiones desde las (escasas) zarzas de la orilla ...

Acentor común. Foto: C. Pérez
El cagamangos (tarabilla común) no para. De la punta del seco cardo al suelo. Del suelo a la ramica rota. ¡Qué bien puesto tiene el nombre!

Macho de tarabilla común. Foto: C. Pérez
El chichipán (carbonero común), algo parecido. Actividad en las primeras horas de la mañana y tras una larga noche. 

Chichipán sobre la nieve. Foto: C. Pérez
Sigo mi ruta. Voy por el límite de la huerta y el secano. Las capitanas han quedado retenidas en una valla de espinos que cierra un campo de frutales. 


Estas matas secas, tras rodar sobre las campos antes de pararse, aún contienen cientos de semillas dentro de sus frutos. 


Los gorriones molineros saben donde encontrar su desayuno. Sus pequeños bandos irrumpen ruidosos sobre las matas secas desde los árboles vecinos. Cifran en el grupo su defensa. Saben que el gavilán recorre paciente el río, buscando un descuido de sus presas.


Continúo por el camino de El Poyo. Encuentro las huellas de un grupo de ciclistas que han salido a hollar la nieve y que han tenido que volver sobre sus rodadas hasta Calamocha. Cada cual quiere disfrutar la nevada a su manera. 

El cielo sigue gris. La mañana fría. El silencio lo llena todo.


Bueno, hacia Las Lomas se escucha el recio trompeteo de las grullas. 

Dejo la vega y me encamino hacia el secano. 


Me encamino hacia las grullas. Sobre los rastrojos busca comida una treintena de ellas. Ruidosas y vigilantes ...

Grulla. Foto: C. Pérez
Levantan el vuelo dejando sus huellas sobre la nieve ...


A mi izquierda dejo el pantano ...


la paridera de Las Lomas ...


y unos campos que forman parte de nuestras vidas ...


En los cardos secos de los ribazos de estos secanos deambulan pequeños bandos de cardelinas ...


Una rayadica de sol, la primera de la mañana, me permite tomar una foto con algo más de luz. Giro la cabeza y veo la huella que voy dejando ...


Me cruzo con una pareja de mayores que van al caseto a llevarle comida a los perros. Cada cual, su afán.

Cerca del pueblo, sobre unos altos, cientos de alaúdidos y de fringílidos rebuscan comida sobre unos rastrojos. Predominan los nevateros (pinzón vulgar) ...

Macho de nevatero. Foto. C. Pérez

y las gollorías (alondra común) ...


Cuando llego al pueblo me encuentro a todo el mundo en plena actividad. Docenas de paseantes disfrutan de esta mañana, ahora ya soleada, que les ofrece un paisaje especial. En mi memoria queda grabada ese viejo grupo de cabeceros que, como peirones en el camino, señalan el desvío hacia Las Lomas.


Tardaremos años en ver algo igual.

sábado, 21 de mayo de 2016

VENTE AL SABINAR DE RUBIELOS CON EL CEJ

En la tercera excursión de Paseos Xiloca mañana domingo 22 de mayo nos vamos a conocer el Sabinar de Rubielos de la Cérida y los roquedos del Caño del Gato (Barranco de la Montona), en la vertiente de poniente de la sierra de Lidón.


Hemos quedado a las 9.00 horas en la iglesia de Rubielos de la Cérida. La ruta es de 7 km de longitud y se tiene previsto acabar sobre las 13.30. Muchos nos quedaremos a comer por allí pero quien lo desee puede partir al término. Para inscribirse solo hay que pulsar este enlace y rellenar con los datos.

Además del paseo dedicaremos un rato a conocer las trincheras de la Guerra Civil, la Balsa de Rubielos y la Falla Cuaternaria. Y habrá más de una sorpresa ...


Aquí os queremos contar algunos de los valores de este espacio natural. 

La sierra de Lidón es un conjunto de cabezos que se elevan sobre un altiplano situado a 1.200 m de altitud. En realidad, es una prolongación hacia el nordeste de la sierra de Palomera. Los montes de San Cristóbal (1.494 m), Cerro del Mas (1.454 m) o Lituelo (1.422 m) son relieves muy poco conocidos que se integran en el paisaje que se observa desde cualquier zona elevada de la comarca del Jiloca al mirar al mediodía, hacia el Campo de Visiedo.


Es un pequeño nudo hidrológico. Las aguas se encauzan hacia el Alfambra, el Pancrudo y el Jiloca a través de una serie de ramblas de caudal irregular. Las precipitaciones (500-600 mm anuales) son algo más elevadas que en el entorno aunque muy inferiores a lo esperable por su notable altitud. Las temperaturas medias (9 ºC), algo más bajas, pero sin padecer las inversiones térmicas del fondo del valle. Las rocas, calizas en su mayor parte, son muy permeables.

Rubielos es un topónimo que indica tierras royas. Son las arcillas y margas que se depositaron hace unos 210 millones de años (Triásico Superior) en ambiente de marismas salobres bajo clima árido acompañados de yesos procedentes de la precipitación de las sales de aquellas salinas naturales.


Un avance del mar durante el Jurásico Inferior y un prolongado periodo cálido de más de 10 millones de años permitió el depósito de fangos carbonatados en un ambiente de plataforma abierta y de los restos de una rica fauna marina con cefalópodos (ammonites y belemnites), equinodermos y braquiópodos (rinconelas y terebrátulas). Estos sedimentos (y otros posteriores que los sepultaron) emergieron mucho después (orogenia Alpina) formando parte ya de la cordillera Ibérica. Estas zonas elevadas, ya bien entrado el Terciario (Paleógeno) fueron desmanteladas por la erosión, arrasándose y enviando sedimentos detríticos gruesos (gravas y limos) hacia el oeste (monte de Monreal del Campo y de Bueña) y el norte (Bañón).


La creación reciente de la fosa del Jiloca (falla de Rubielos) reactiva la erosión en los altos y el depósito en glacis que conectan los montes con el recién formado valle.


El paisaje vegetal está dominado por el carrascal y el sabinar albar. Los carrascales prosperan en las zonas más bajas. Son tallares aprovechados como leñas y presentan una notable extensión. El sabinar, que ocupa las zonas más elevadas, ha tenido un uso como pastizal para los rebaños de ovino por su estructura más abierta. Flora rupícola de interés en los peñascos calizos que han funcionado como un refugio para plantas delicadas por la presión antrópica sobre los bosques originales.


Estos roquedos son igualmente uno de los escasos ambientes rupícolas en unos entornos en los que predominan los bosques y, en los últimos siglos, los pastos y los cultivos. Son apropiados para la nidificación de rapaces que tienen sus cazaderos en las zonas abiertas del entorno. Y para algunos mamíferos, como la cabra montés, que recupera territorios tras la despoblación humana.


Los sabinares tienen una gran importancia para la invernada de los zorzales y de otros túrdidos. Los conos femeninos de la sabina albar, negral y de los enebros son el alimento para estas aves que, al dispersas sus semillas, están acelerando la repoblación natural de estos montes.

En esta excursión podremos disfrutar del esplendor de la primavera en el sabinar. En plena floración, el erizo, el guillomo y la aliaga. Violeta, blanco y amarillo salpican los cabezos entre el verde del sabinar.


No es raro observar al corzo, la liebre o el zorro. Con más suerte y algo de nocturnidad, al gato montés, el jabalí o el tejón. O los murciélagos rupícolas. Las horas centrales del día son el momento de los reptiles como el ardacho, la culebra verde (bastarda) y la lagartija colilarga. Y de las águilas forestales, como la culebrera o la calzada.



Estos montes de Bañón, Bueña, Caminreal, Monreal del Campo, Rubielos de la Cérida y Torrijo del Campo están catalogados como Lugar de Interés Comunitario "Sierra de Palomera" y  forman parte de la Red Natura 2000. 

Más información en este otro enlace de la página del Centro de Estudios del Jiloca.

¡Te esperamos!

jueves, 19 de mayo de 2016

LAS HIGHLANDS DEL JILOCA

Altos del Corbatón. A 1.300 m de altitud. Nueve de una mañana de mediados de mayo. El frío no afloja por la noche. Tan pronto vuelve el tiempo bueno, ya se sabe, calor intenso de día, frío -y hielo- de madrugada. Oscilaciones térmicas de vértigo.

Las cebadas crecen tomándose su tiempo. Hay sazón en la tierra pero aún está fría. Venimos de días nublos. Tan pronto se arrase el cielo se les lucirá ...


De momento ni rastro de espiga, aún están encañando ...


Amplísimas extensiones monocolores tapizan las hoyas y los altos ....


A veces tapizados del verde oscuro del pipirigallo, que aún está formando las flores bajeras de su espiga. Se reserva para junio el apoteosis púrpura de su floración, justo antes de que empiece a asomar el amarillo del cereal ...


Verdes diversos. 

Verdes cruzados de labores frescas, abiertas en los barbechos para preparar la sementera de octubre ...


Azules, verdes, royos ... 


son los colores de mayo en estas tierras altas.

Las lluvias del invierno y, sobre todo, de abril mantienen algo de agua en la balsa ...


En donde asoma la cantera, prospera el pasto corto salpicado de enebros ...


En el cielo hay una sinfonía de alondras comunes y de calandrias. En los ribazos de las mieses asoman las boyericas, en las zarzas o espinos el clujidor (triguero). Sobre la piedra que se eleva en la loma, la zurribalba (collalba gris) luciendo sus plumaje nuevo. Los machos de perdiz se retan y desgañitan desde sus oteaderos mientras marcan territorio.

Tierras altas, paisajes rocosos, suaves relieves ... páramos. Ofreciendo el efímero verdor de la efímera primavera. La sierra de Lidón son los Highlands de la comarca del Jiloca. Como en Escocia, nosotros también tenemos nuestro particular gallo lira. Igualmente escaso, igualmente retraído, igualmente amenazado. El sisón.

Macho de sisón. Foto: R. Pérez
Barro el horizonte con los prismáticos por ver si asoma su negra corbata. Escruto las lindes del páramo y de la labor. Afino el oído por si escucho el corto, seco y agudo "trrrrr". No lo consigo. Igual no es el sitio cerca de la pista. Igual también acusa la pérdida de hábitat. Igual.


Cuando enfilo hacia Lidón cruza la carretera el auténtico escultor de este paisaje ...


Como ese viejo artesano que se resiste a abandonar su oficio, el pastor no se resigna a dejar de hacer lo que tan bien conoce. Su saber y su vida. 

Emocionan estos páramos. El frescor de la mañana, el sol que todo lo inunda, la voz de las alondras, los horizontes infinitos. 

Me encantan las Highlands del Jiloca.