Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

martes, 30 de junio de 2015

BEA, OTRO RECURSO DIDÁCTICO

Ciencias de la Naturaleza de 2º curso de Secundaria. Bloque de Ecología. Mes de mayo. Excursión extraescolar a Bea, en el valle del Huerva y en la umbría de la sierra de Pelarda. Mañana fresca y mucha alegría entre los cincuenta chicos y chicas que llenan el autobús.

La idea es identificar elementos del medio natural, conocer aprovechamientos de recursos naturales y disfrutar de la Naturaleza de su entorno comarcal recorriendo la Ruta Botánica de Bea. Tan desconocida como cercana. Y relacionar lo visto con lo aprendido a lo largo del curso.

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Inmersos en la cordillera Ibérica, aunque no la veamos. En la sierra de Pelarda pero en el margen del Campo de Romanos. Estamos muy cerca del nacimiento del río Huerva, pero también cerca del Pancrudo, del Jiloca y del Aguasvivas. Hacia el norte, la sierra de Oriche terminada en el monte Modorra, peñascos calizos con sugerentes facetas que recuerdan a pliegues. Hacia el sur, la sierra de Pelarda, con areniscas, conglomerados silíceos y arcillas.

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Cruzamos el Huerva. Un pequeño río de aguas limpias y libres. Una culebra de agua descansa tras el puente. Aguas arriba se alternan los rápidos con las pozas, distintos ambientes, distintas comunidades.

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Y comenzamos a remontar reconociendo algunas de las plantas que definen el paisaje. El rebollo y la carrasca, el enebro, el escaramujo, la sabina albar y la madreselva. La tuca trepa sobre una zarza seca enganchándose con sus zarcillos para conseguir más luz. Sobre el suelo, aliagas, tomillos y salviares se extienden en la zonas abiertas. Plantas que reducen la superficie de las hojas, que las tapizan de pelillos, que las recurvan, que las endurecen o que las pierden en junio... para sobrellevar el inclemente sol del verano. Muchas adaptaciones.

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Algunas cuscutas chupan la savia elaborada a las pequeñas matas del matorral.

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Plantas que parasitan a plantas. Hum...!

Una crucífera de flor amarilla sostiene a una gran población de orugas de mariposa. Acusan la defoliación. Otras plantas similares no tienen ninguna. Un ejemplo de herbivorismo y de variabilidad individual.

En la vega, campos de alfaz segados y empacados sobrevolados a primera hora por las golondrinas.

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Conforme vamos subiendo hacia el monte, en el secano, predominan los campos de cebada y de centeno. Acusan la sequía de este mes de mayo.

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Descubrimos las cicindelas, los grillos de matorral y las aceiteras. Entre las aliagas se esconde una lagartija colilarga. ¡Qué tuna!

Alguien mueve una piedra de la orilla del camino dejando a la luz un hormiguero con sus blancas y frágiles ninfas que las hormigas se afanan por esconder. Cada cual con su afán.

Hay más animales de lo que parece ... pero son pequeños.

No vemos ningún rebaño. Van desapareciendo los rebaños. Si, en cambio, un colmenar, otra forma de ganadería.

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Son las 11.10. La hora del recreo. Tiempo para almorzar y entretenerse. 11.40, seguimos la marcha por la ruta.

Remontamos y damos con la gran carrasca, la Abuela de Bea. Nos hacemos una foto bajo sus ramas, comprobamos el aspecto del suelo formado por humus, de aroma intenso y de cierta humedad ambiental por la escasa insolación que allí accede. Tronco grueso y hueco. Un árbol centenario.

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Y nos internamos en el rebollar. Son jóvenes pies procedentes del rebrote (tallar) de una masa aprovechada desde hace siglos como fuente de leña. Hay que poner atención en algunos tramos para no perder la ruta, a pesar del balizado. Un descanso para agruparnos en un prado soleado. El cuco reclama con insistencia. En el suelo, docenas de madrigueras de tarántulas.

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Probamos a introducir una pajica, a veces asoma solo la cabeza, en otros casos la araña sale encendida. ¡Qué carácter!

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Seguimos el sendero hasta una cresta caliza que se levanta sobre la umbría. El rebollo es sustituido por la carrasca. Buena vista sobre el valle del Huerva y el Campo Romanos.

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Sobre nosotros las extensas repoblaciones de pino que, afortunadamente, respetaron este robledal.

En una vaguada fresca en la que afloran arcillas y arenas encontramos algunos marojos, el roble de hoja mayor, el menos tolerante a la sequedad. El que exige suelos silíceos. El más escaso de nuestros montes.

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Y en el brote de los rebollos varias agallas en construcción. Un caso de parasitismo en el que la picadura de una avispilla fuerza a la planta a producir tejidos que recubren a su pequeña larva. Respuestas a estímulos. Adaptaciones complejas. Relaciones entre especies. Una función con muchos actores y una compleja trama.

Y, bajo el rebollo, otra planta parásita, de color anaranjado, tanto el tallo como la flor. Y casi sin hojas, que tampoco son verdes. Un orobanche.

Comenzamos a bajar hacia el valle.

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El rebollar es más extenso de lo que parece. Y más denso. En muchas zonas filtra casi toda la luz. Pero los pies son delgados. Los alumnos esperaban un bosque viejo y frondoso, con grandes árboles. Viejo lo es, pero los brotes son aún jóvenes. Es lo que tiene un territorio tan intensamente poblado durante tantos siglos.

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Vuelve el cereal. Ahora trigo.

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Y, al poco, cruzamos de nuevo el río a través de una hermosa chopera de cabeceros, por estas fechas en plena floración.

Comemos en Bea. El bar ofrece una estupenda terraza soleada y una zona acondicionada como merendero. Alguien encuentra una pelota vieja de baloncesto y los chicos se entretienen en una canasta. Algunos dan una vuelta por el pueblo. Otras toman el sol y cocolean con su smart-phone.

Nos ponemos en marcha por la carretera. Vamos en dos grupos. Tomás, el profesor de Sociales, parece Moisés saliendo de Egipto.

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No hay tráfico a estas horas y por estas tierras.

Y llegamos a la modernidad. A la fábrica de Teruel Pellets. Nos espera José Puértolas, uno de los socios, que con toda la ilusión y detalle nos la explica.

En un gran descampado varios apilamientos de pinos clasificados por especies. Pinos albares (o royos), pinos laricios (o negrales) y algún pino rodeno esperan a que les llegue el turno.

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Varios montones más cerca de la fábrica. Uno con astilla de chopo y cáscara de almendra, que harán de combustible para conseguir el secado de la astilla del pino, la que se aserrinará y servirá para hacer el pellet. Una máquina recoge y pela pinos enteros, separando la corteza (que también alimentará la secadora) y el tronco que, inmediatamente se desmenuza en astilla. Te llega ese olor de la madera de pino recién cortada.

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El olor de las carpinterías.

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Y entramos en la parte cerrada. Tubos, tolvas y máquinas conectadas en los que se pulveriza la madera y se comprime formando unos gránulos de serrín: el pellet.

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La fábrica está en sus primeros días de actividad, en plena fase de ajuste técnico. Pero aún así, vemos salir sacos de plástico llenos de este combustible apilados por un brazo hidráulico.

Seis puestos de trabajo. Gente de la zona. Expectativas de crecimiento y de dar futuro a la sierra. Extensos pinares de repoblación, también otros pinares viejos. Muchos retos que habrá que conjugar. La producción de madera y de diversidad biológica. Y la protección del suelo, la prioridad. Hay que conseguir la recuperación de los robledales perdidos, el fin último. Hay muchos pinos y crecen muy densos. Pueden cortarse muchos miles de ellos. Pero sin perder de vista la conservación de la biodiversidad, esas islas con pinar viejo de Godos, Allueva y Torrecilla del Rebollar. Ese es el reto del Departamento de Agricultura y Medio Ambiente.

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La biomasa, la energía más antigua del ser humano. Tal vez la energía del futuro, al menos parcialmente. Produciéndola en un pueblo de menos de treinta habitantes y exportándola a Francia. Las vueltas que da la vida.

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Tras un día intenso, muy intenso, nos subimos al autobús que nos lleva de nuevo a Calamocha entre canciones infantiles, entre la alegría de los chavales.

Otro curso más.

viernes, 26 de junio de 2015

POR LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

¿Qué tiene que ver la oposición a una mina de arcilla en un pueblo de Teruel con el recorte a la libre expresión?

Recorrido por una siniestra historia que empieza en el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo de Teruel y acaba en el Tribunal de los Derechos Humanos de Estrasburgo.

Querido lector, vaya por delante que esta historia es real, bien real, y que comienza en un triste juzgado de lo contencioso-administrativo de Teruel allá por 2009…

Acto 1º. Aquí siempre gana el poderoso… con razón o sin ella

La multinacional WBB-SIBELCO deseaba abrir una mina a cielo abierto de arcilla en Aguilar del Alfambra, y su Ayuntamiento estimó que el proyecto requería de una Evaluación de Impacto Ambiental.

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Cantera de arcilla de Galve. Los recursos naturales de Teruel siguen generando su valor añadido en otras tierras mientras que su explotación causa una altísimo impacto ambiental. La respuesta social ya ha empezado en pueblos como Aguilar.

La multinacional se querelló y la titular del juzgado de lo contencioso-administrativo de Teruel le dio la razón. Su decisión se fundamentó en un peritaje judicial, del cual, un informe de la Fiscalía General del Estado concluyó posteriormente que:

[…] hay carencias importantes en cuestiones de gran importancia, que obligan a considerar que esta pericial es insuficiente en su desarrollo e imprecisa en los resultados […] la pericial no da ninguna precisión y no debería admitirse.

¿Pasó algo? Sí, que en la apelación del Ayuntamiento el Tribunal Superior de Justicia de Aragón volvió a dar la razón a la multinacional. Bueno, eso y que la Plataforma Aguilar Natural, una asociación local, publicó una carta abierta en el Diario de Teruel en la que criticaba la sentencia del contencioso-administrativo.

Acto 2º. En España hay ministerio de justicia como en Bolivia de la marina

La carta se publicó y la Fiscalía de Teruel, con su fiscal jefe a la cabeza, acusó por haber injuriado a la titular del juzgado de lo contencioso-administrativo, no a la Plataforma, la responsable de la carta, si no a sus portavoces, que como tales la firmaron para que pudiera ser publicada. ¿Un procedimiento extraño? ¿Un escarmiento? Lean la observación de un magistrado del Tribunal Constitucional:

[…] la entrada en juego del Ministerio Fiscal, en una circunscripción no muy amplia, planteando ante otro órgano nada alejado la posible injuria contenida en la crítica formulada, no constituiría precisamente un homenaje a la exigible imparcialidad objetiva, que excluye toda apariencia de corporativismo.

¿Y cuál fue el resultado? Los portavoces de Aguilar Natural fueron condenados en primera instancia (juzgado de lo penal nº 1 de Teruel) y en segunda (Audiencia Provincial de Teruel), por un delito de injurias graves hechas con publicidad al pago de una multa de 4.800 € y de una indemnización de 6.000 € a la Sra. jueza de lo contencioso-administrativo, y a la publicación de la sentencia en el Diario de Teruel, lo que acabó costando cerca de 3.000 €.

Acto 3º. De cómo la judicatura española se convirtió en incriticable

¿Pero realmente en aquella carta había injurias? Los portavoces plantearon un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional por ver lesionado el derecho a la libertad de expresión, que fue admitido (cosa poco usual) y que (de forma aún más extraordinaria) contó con el apoyo de la Fiscalía de dicho Tribunal:

Ni en la sentencia de instancia ni en la de apelación se justifican las razones por las que se considera que las intromisiones al honor sean graves […] todo el contenido de la carta tiene por objeto no tanto cuestionarse la profesionalidad de la juzgadora como su falta de acierto en este caso concreto y lo hace de forma crítica y con motivación, no acudiendo a descalificaciones […]

Aunque esta Fiscalía pedía otorgar el recurso de amparo y reconocer el derecho a la libertad de expresión, la sala Primera del Constitucional que decidió optó por lo contrario… aunque con dos votos particulares contrarios a esta decisión.

Como si fuera un partido de fútbol, por un resultado de 3-2 se sentó jurisprudencia: desde abril de 2015 los jueces gozan de un privilegio, son incriticables. Y lo son puesto que el origen de todo es una carta en la que no había descalificación alguna. Así lo entendieron también los dos magistrados que emitieron votos particulares, quienes, además, advirtieron del perjuicio que se seguía para toda la sociedad:

[…] las circunstancias del caso hacen que una condena de esta naturaleza resulte disuasoria para el ejercicio del derecho fundamental a la libertad de expresión […] hace imposible en la práctica, la crítica libre de las decisiones judiciales […] convierte las decisiones de jueces y magistrados en un objeto excluido del debate público. Ni que decir tiene que este no es el panorama más deseable para el mercado de las ideas ni para la democracia misma.

Acto final sin desenlace escrito

Los portavoces de Aguilar Natural van a recurrir al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. Esperan encontrar en el extranjero la justicia que no han tenido en España.

Mientras tanto, la ejecución de la sentencia prosigue. La Plataforma Aguilar Natural, responsable de la carta, asume sus costes, pero es una asociación pequeña de un pueblo pequeño. Económicamente está al borde de la ruina, por eso apelamos a ti…

Todo empezó por la oposición a un proyecto minero perjudicial para un pequeño pueblo de Teruel, pero por el camino a todos, a todos, se nos ha recortado el derecho a la libertad de expresión. Ayudarnos es ayudarte a ti mismo…

Puedes apoyar esta movilización y contribuir al pago de los costes de la sentencia a los miembros de la Plataforma Aguilar Natural, por expresar su opinión en pro de un futuro para su pueblo, haciendo una donación a través de la siguiente cuenta bancaria:

CAJA RURAL DEL TERUEL: ES_92 3080 0048 9621 4298 2418

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Más motivos para apoyar a Aguilar Natural

Merece la pena colaborar con Aguilar Natural porque, además, en íntima colaboración con el Colectivo Sollavientos y otras asociaciones del Teruel interior ha desarrollado gran número de iniciativas para el futuro de esta tierra y sus gentes. Estas son algunas de las más importantes que ha llevado a cabo, promovido o contribuido a realizar:

Chopo cabecero: creación del Aula Ambiental del Chopo Cabecero, redacción del borrador para un Parque Cultural, organización de la I Fiesta del Chopo Cabecero, Manifiesto en defensa del chopo cabecero, participación y podio en el concurso Árbol Europeo del Año, elaboración de material escolar, etc.

Promoción de la cultura y medioambiente: red de rutas senderistas y BTT de Aguilar del Alfambra, Jornadas Científico-Culturales, Manifiesto por una Nueva Cultura de la Tierra, publicación de la revista Aguilar Natural, plantadas de árboles, promoción del inventariado de árboles singulares y lugares de interés geológico, restauración de fuentes y muchas más…

www.aguilarnatural.com

https://es-la.facebook.com/pages/Plataforma-Aguilar-Natural/102001196589823

Plataforma Aguilar Natural

miércoles, 24 de junio de 2015

BUSCANDO LAS FUENTES DEL JILOCA

Para el próximo domingo 28 de junio la asociación Red Impulso Rural del Jiloca ha organizado una excursión bajo el título " En busca del origen del río Jiloca". En esta actividad se explicará el curioso origen de este río, su historia, la geología del valle del Jiloca, su vegetación y fauna, etc.

Cartel excursion

El itinerario previsto es: Ojos de Monreal - Presa romana de Villafranca - Laguna del Cañizar -Fuente de Cella.

La excursión comenzará en el área de recreo de los Ojos de Monreal del Campo a las 9:30. Está previsto acabar esta actividad es las 14:30 en Cella.

A su paso por la laguna del Cañizar, sobre las 12.30, se procederá a reparar algunos de los carteles destruidos en la reciente y lamentable campaña de vandalismo que ha asolado este espacio natural en los últimos meses.

Foto cARTELES ROTOS

Esta actividad es GRATUITA. Los participantes se desplazaran entre las diferentes paradas en sus propios vehículos. Para reservar alguna de las 50 plazas disponibles hay que llamar al teléfono 660963464

Red Impulso Rural del Jiloca

lunes, 22 de junio de 2015

EL AJUTAR, MODO VERANO

Mañana de sábado. El sol lleva un par de horas sobre el horizonte. La vega bulle de actividad. Los gorriones molineros van y vienen inquietos por los árboles del huerto. Los carriceros cuchichean en el río Las Monjas. A lo lejos, en la arboleda del río Jiloca el melodioso trino de la oropéndola y el insistente canto del cuco enmarcan los sonidos del amanecer.

En el Ajutar, los panizos y las patateras crecen a buen ritmo. Tras las tormentas de final de mayo y la semana de lluvias de la segunda decena de junio, llevan días sin oír el aspersor. Un respiro tras el sofocante mes de mayo.

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Al fondo los secanos de Las Lomas y Carratorralba. Las cebadas hace días que se agostaron. Salieron bien del invierno por las abundantes lluvias de marzo que dejaron muy buen tempero. Pero la sequía de abril y, sobre todo, los extremos calores de mayo, asuraron a las plantas en el momento decisivo que no llegaron a formar bien la semilla. No sirvieron ni Santa Bárbara y San Isidro.

El temporal de lluvias de junio aún ha salvado a los centenos, más retrasados, que reverdean en los secanos todavía. Y les ha venido muy bien a las pipas.

Y a los montes. Los carrascales, pinares y rebollares, que habían dado brotes menudos en cada rama, hidratan al menos los tejidos afrontando en mejores condiciones el verano. En el suelo, el humus activa su descomposición por el crecimiento del micelio de los hongos. La compleja comunidad de organismos del suelo se pone en marcha tras el reseco de mayo.

El verano comienza.

viernes, 19 de junio de 2015

LO QUE TAL VEZ TE GUSTARÍA SABER DE LOS … ABABOLES

¿Quién no reconoce la flor del ababol, llamada también amapola en otras partes de España? Cada primavera salpica de color rojo los bordes de las carreteras, algunos campos y eriales. Pero los más observadores también sabréis que no todas son iguales. De esto vamos a hablar hoy, de los diferentes tipos de ababoles que tenemos por aquí en el valle del Ebro y en Aragón. Para ello nos va a ser de ayuda recordar cómo decidieron los naturalistas del siglo XIX nombrar a los seres vivos. Les dieron nombres en latín. Por ejemplo, al ababol común lo llamaron Papaver rhoeas. El primer nombre es el género, el segundo, la especie. Como las personas somos Homo sapiens, así el ababol es Papaver rhoeas. “Rhoeas” se refiere al color rojo de sus pétalos (del latín).

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Ababol (Papaver rhoeas) en flor

Muchos conoceréis el juego “pollito, gallina o gallo”, en el que se trata de abrir capullos de ababoles todavía cerrados y de adivinar su color. Si los pétalos todavía son muy inmaduros, su color dentro del capullo será blanco y diremos que es un “pollito”; si están algo más maduros, serán de color rosa y lo llamaremos “gallina”; si ya está bien formada la flor y le falta poco para desplegarse, los pétalos serán rojos y lo llamaremos “gallo”. Pero en todos los casos, las flores de Papaver rhoeas son de color rojo cuando se despliegan, con cuatro grandes pétalos. Hay dos, los exteriores, que recubren parcialmente los otros dos. Si os fijáis, algunas flores tienen unas manchas negras en la parte central, en la base de los pétalos; en ocasiones hemos visto flores con sólo dos manchas, otras con cuatro, una en cada pétalo, pero muchas veces no tienen ninguna; además, estas manchas pueden o no tener un halo blanco. Pero todas ellas tienen en medio una cápsula, verde todavía cuando están los pétalos, rodeada de estambres llenos de polen de un color verde-ocre, caqui. Inconfundible.

Algunos botánicos dividen a esta familia en varias subfamilias. Seguiremos la propuesta de Bolós (1990) y vamos a hablar aquí sólo de la subfamilia Papaveroidea. Aunque en el valle del Ebro también abunden especies de otra subfamilia (la Fumaroidea), las dejamos para otra ocasión. Así, os presentamos la primera variante, otra especie de ababol. Sus pétalos son algo más estrechos, no se abrazan unos a otros, no se solapan al ser más estrechos; son de un color algo menos intenso tirando a lila y, algo que facilita su distinción, es que tienen un polen de color azul muy intenso. También inconfundible.

Foto 3 El Vedado 2may2013 (15) Papaver hybridum Papaver rhoeas

Foto 3: Flores de Papaver hybridum (izquierda) y Papaver rhoeas (derecha). Se observa la diferente coloración de polen y de los pétalos, así como el menor tamaño de éstos en P. hybridum

Una vez se caen los pétalos, la cápsula que queda en el centro está recubierta de unos garfios muy largos, fáciles de reconocer a primera vista.

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Cápsulas de Papaver rhoeas (izquierda) y de Papaver hybridum (derecha). La primera es totalmente lisa, la segunda tiene unos garfios característicos. Foto: M. León.

Esta planta se llama Papaver hybridum o ababol triste. Se sigue pareciendo bastante al ababol común, por ello los botánicos han mantenido el nombre del género, y sólo han cambiado el nombre de la especie. El ababol triste está bien adaptado a suelos pobres, secos. Es menos exigente que el ababol común. Papaver rhoeas, en cambio, sabe aprovechar muy bien fertilizantes químicos y laboreo e incluso ha desarrollado resistencia a determinados herbicidas. Cuando un agricultor se queje de que no consigue matar ababoles, casi seguro que se trata de Papaver rhoeas. Su prima, Papaver hybridum es más sensible a la competencia y crece en lugares menos alterados.

¿Hay más especies de este género en el valle del Ebro? Sí. Encontramos también Papaver argemone (ababol macho), con pétalos de un tamaño similar a los del ababol triste pero de color rojo anaranjado; el polen es de color caqui, la cápsula es muy similar a la del ababol común pero más alargada. Es una especie más difícil de distinguir de Papaver rhoeas. Y es también algo más rara de ver pero relativamente frecuente en la zona de Calamocha. La hemos visto con sorprendente abundancia en campos de azafrán.

Cambiamos de género. Se trata de ababoles también pertenecientes a la misma familia de las Papaveraceas pero con algunas características claramente diferentes.

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Flor de Glaucium corniculatum con coloración roja. Esta flor podría ser confundida con Papaver rhoeas. Se observan manchas negras muy grandes en la base de los pétalos y, sobre todo, un muy diferente estigma al del ababol común.

Empezamos con Glaucium corniculatum (amapola cornuda). De nuevo, hablamos de cuatro grandes pétalos, de color rojo, prácticamente siempre con una mancha negra grande en el centro rodeada de un halo blanco. A veces sus pétalos tienen tonalidades anaranjadas que hacen dudar si se trata de la misma especie.

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Ejemplar de Glaucium corniculatum con pétalos de color anaranjado, en el que se distinguen bien los frutos alargados.

Lo que distingue perfectamente a esta planta del ababol común es su fruto: no encontramos cápsula en el centro de los pétalos sino una corta vaina que empieza a crecer rápidamente en longitud después de marchitarse los pétalos hasta alcanzar unos diez centímetros o incluso más. Una vaina estrecha, de pocos milímetros y muy larga: por algo la nombraron corniculatum, les recordaba a un cuerno. ¿Es común el Glaucium en el valle del Ebro? Sí lo es. Frecuente en eriales, de nuevo aguanta muy bien la sequía, mejor que el ababol común, crece también sobre terrenos ricos en yeso, o sea, sobre suelos pobres.

Foto 1 Márgenes Botorrita 18abr2013 (34) Roemeria P hybridum Glaucium P rhoeas

De izquierda a derecha: Roemeria hybrida, Papaver hybridum, Glaucium corniculatum y Papaver rhoeas fotografiadas el mismo día. Los años con abundantes lluvias permiten en ocasiones observar todas estas especies simultáneamente.

Y ahora cambiamos de color. Nos mantenemos con los frutos alargados y estrechos y de nuevo cambiamos de género: hablamos de Roemeria hybrida. Es la denominada amapola morada o violeta, ya que sus cuatro pétalos lucen este color intenso. Al igual que la anterior, su fruto es alargado y delgado. Es el único ababol con este color característico. Crece en suelos pobres, a veces sobre suelos yesosos. Es tal vez algo más rara que el Glaucium corniculatum, puede encontrarse junto a éste y también en compañía de Papaver hybridum.

Foto 6 Prospección cereal 26abr07 (14) Roemeria hybrida

Inconfunddible flor de Roemeria hybrida.

Y ya sólo nos queda una especie más perteneciente a esta subfamilia que sea habitual en nuestra zona. A la vista de sus flores, bastante diferentes, no diríamos que es una ababol pero os la presentamos porque es también muy habitual: la celidonia o hierba verruguera: Chelidonium majus.

Chelidonium majus

Planta de Chelidonium majus. Crece en zonas umbrías, con humedad, por ejemplo junto a los huertos.

También tiene cuatro pétalos pero son amarillos, llamativos y mucho menores que los de los ababoles. Su fruto es alargado, primero de color verde claro, después se seca y adquiere tonalidad ocre hasta deja caer las semillas de color negro. Florece algo antes que los ababoles rojos y requiere más humedad. La encontramos en los huertos, en los ribazos bajo árboles, en umbrías, también en algún rincón callejero. Sus hojas tienen una forma peculiar, con tres o cinco lóbulos. Seguro que la reconoceréis una vez os hayáis fijado en ella. Aunque lo más peculiar de esta planta es su látex, de color amarillo anaranjado. Cuidado con tocarla, porque es irritante. Como su nombre indica, popularmente se ha usado ese látex para aplicarlo sobre verrugas y secarlas.

Otra vez seguimos con las especies pertenecientes a la subfamilia Fumarioidea.

¡Que disfrutéis de ver las flores!

Alicia Cirujeda

martes, 16 de junio de 2015

EL QUE FALTABA

El sector de la cordillera Ibérica comprendido entre las sierras del Jalón y la de Albarracín corresponde a un territorio de notable altura media pero de suaves relieves surcados por la depresión central del Jiloca. La enorme variedad de sustratos geológicos y pequeñas variaciones climáticas determinan una gran diversidad de ecosistemas que se extenderían en el territorio de la antigua Comunidad de Daroca, y que, hoy en día, coinciden bastante bien con las comarcas de Jiloca y de Campo de Daroca. Carrascales, rebollares, marojales, sabinares albares, bosques de ribera, matorrales, saladares, prados húmedos y comunidades de roquedo. Poco sabemos de la estructura de estas comunidades vegetales. En este marco, un poblamiento muy antiguo y con procesos intensos de deforestación asociados a la protoindustria siderúrgica, han producido una intensa perturbación de los ecosistemas forestales en beneficio de los pastizales y de las tierras de cultivo, hoy por hoy más de la mitad de la superficie de estas tierras.
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Una laguna de aguas saladas y colgada a mil metros de altitud, es la joya de todos estos sistemas ecológicos. Una laguna con un funcionamiento natural, con fluctuaciones en sus parámetros físicos -a veces drásticas- y con singulares procesos ecológicos. Una laguna que empezó a ser conocida por las concentraciones de aves acuáticas en los pasados '70 y, hoy en día, por unas esbeltas y ruidosas aves, las grullas, que han tenido a bien tomarla como zona de paso e invernada. Las aves, espectaculares y vistosas, el foco de atención de los naturalistas, no son más que la punta del iceberg de lo verdaderamente impresionante: su singular flora, la diversas formas de relieve, las comunidades planctónicas y, en especial, los procesos ecológicos, su dinámica, su funcionamiento. Una idea ya apuntada por el profesor Paco Comín que, más de cuarenta años atrás, puso la atención en su Limnología. Su difusión y su comprensión es una tarea pendiente.
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Gallocanta ha ejercido una gran influencia en el fomento del naturalismo en estas tierras. La posibilidad de observar una dinámica variedad de aves acuáticas y esteparias, el reto de ser uno de los pocos espacios protegidos de Aragón y la afluencia regular de aficionados e investigadores ha favorecido la creación de un núcleo de personas, residentes o no en esta tierra, que hacen de la observación, el estudio y la conservación de la vida silvestre su afición y, en algún caso, su profesión. Y que desde entidades culturales (Centro de Estudios del Jiloca), ecologistas (OTUS) o mediante la creación de nuevas asociaciones (Amigos de Gallocanta o Museo de la Naturaleza de Daroca) que están desarrollando iniciativas encaminadas a conseguir los citados retos.
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Esto se ha plasmado en la sociedad. Y en el conocimiento. Y en la divulgación.
Por ejemplo, en los bitácoras relacionadas con la Naturaleza o con el medio ambiente.
Blogs generalistas, como "Natura Xilocae", el decano de todos ellos. Vinculado al CEJ y en el que además de los coordinadores publican sus colaboraciones un gran número de amigos. Como "Museo de la Naturaleza de Daroca", impulsado por un grupo de naturalistas creadores de dicho museo y vinculados profesionalmente a la BRIF. O como "Anotaciones de un naturalista despistado", cuaderno de campo de Diago Colás centrado en las observaciones -y reflexiones derivadas- realizadas en los campos de Luco de Jiloca.
Pero también blogs temáticos, como "La garita del Jiloca", de Agustín y Carmen Alijarde, dedicado a la meteorología y el clima, una de las singularidades de esta comarca. O "Mi herbario del Jiloca", de Làli Picornell, que compila en forma de fichas las plantas silvestres encontradas por esta naturalista en sus excursiones por la cuenca de Gallocanta y por Sierra Menera. Y los especializados en la creación fotográfica a partir de la vida silvestre del Jiloca y del resto del mundo, como "La naturaleza que soñé" de Uge Fuertes y "Retazos de naturaleza vistos por un joven fotógrafo", de Carlos Pérez, donde se exponen las obras de ambos artistas.
Hace unos meses nos juntábamos todos en el marco del Icebreaker en una mesa redonda sobre "Bitácoras de Territorio" organizada por ADRI.
Y me vino una idea a la mente. ¿Habrá en alguna parte de Aragón o en el resto de Europa algún territorio con una densidad tan alta de blogs vinculados a la Naturaleza en relación con su población? En plena Laponia Ibérica, siete blogs naturalistas para los escasos 25.000 habitantes que nos juntamos en las comarcas del Jiloca o de Campo de Daroca.
Pues bien. Esto va a más. Hace una semana arrancó el octavo blog. El que faltaba.
Su título es "Biodiversidad en las Tierras del Jiloca". Y su subtítulo "Colección de fotografías tomadas en las Tierras del Jiloca (Aragón)". Y el autor de esta novísima bitácora, José Antonio Sánchez Sancho, uno de los más veteranos naturalistas de la zona.
BDTJ
José Antonio ha sido un activo promotor de la plataforma ciudadana Biodiversidad Virtual (BV) en el Jiloca. Organizador junto a Làli de varios encuentros ("testings", término que él procura evitar) y, sobre todo, un incansable recolector de citas que generosamente aporta a la comunidad de naturalistas que es BV.
Para los que no la conozcan, esta entidad está formada por una red de aficionados a la vida silvestre y un grupo de expertos. Los primeros recolectan fotografías georreferenciadas sobre animales, plantas, hongos, algas, microorganismos, geología, fenómenos atmósfericos hábitats y etnografía obtenidas en sus excursiones con el objetivo de conocer mejor la naturaleza de su entorno. Los segundos las identifican, con lo que se incrementa el conocimiento biogeográfico y, por otra parte, se dispone de mejor información con vistas a la conservación de la vida silvestre. Es una de las iniciativas más participativas de ciencia ciudadana en el estado español pues engloba a todas las formas de vida macroscópica y está consiguiendo mejorar el conocimiento y la divulgación de la biodiversidad al tiempo que favoreciendo la conservación del patrimonio natural.
Pues bien, durante varios años José Antonio Sánchez ha estado colectando imágenes de un buen número de especies silvestres pero también de elementos de la cultura popular en Bañón y en otras localidades del Jiloca y del Campo de Daroca. Sus datos se han sumado a esa enorme legión de colaboradores naturalistas que nutre y enriquece el portal Biodiversidad Virtual.
Y en estos primeros días de junio, como las colmenas bien pobladas y pletóricas de vitalidad, ha enjambrado creando su propio blog en uno de esos árboles huecos que tanto gustan a las abejas. Esa colmena, este proyecto, se llama Biodiversidad en las Tierras del Jiloca.
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En el mismo cada artículo está dedicado a una especie. El título es el nombre científico. Se adjunta una fotografía, el nombre científico y el de los taxones superiores (familia, orden y clase) así como el enlace a la web de BV, donde fue identificado y donde también radica la información. Se indica la fecha, la localidad y el ambiente donde fue fotografiado. Y se complementa con otros datos de la observación, nombre popular y otros rasgos de la especie. Las entradas se han agrupado por temas: insectos, arácnidos, aves, mamíferos, hongos, líquenes, moluscos, plantas, reptiles y anfibios, otros invertebrados y etnografía, una de sus pasiones.
De momento casi todas las entradas corresponden a especies observadas en los campos y montes de Bañón, su localidad de origen y residencia. Gracias a tantas horas de trabajo, el conocimiento de la vida silvestre de su término municipal va a ser muy grande. Pero el espíritu de este blog trasciende lo local y persigue aportar conocimiento sobre grandes grupos de seres vivos, como los hongos, líquenes, insectos o arácnidos de los que poco -o nada- se conoce en las comarcas del Jiloca y de Campo de Daroca. Ese es el gran reto.
José Antonio tiene dos grandes valores. Capacidad de observación y perseverancia.
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Como los corresponsales de los grandes naturalistas del siglo XIX y primeros del XX, con los medios que ofrecen nuestros tiempos, José Antonio ha abierto su ventana al mundo de la observación y estudio de la Naturaleza. En este rincón de Aragón y del mundo que llamamos las Tierras del Jiloca.
¡Larga vida a este magnífico blog!

domingo, 14 de junio de 2015

EL VALLE DE PINEDA: LA GRANDIOSIDAD DEL GLACIARISMO EN LA CANTÁBRICA

Cuando te llevan a los sitios y no sabes nada. Todo es inesperado. Todo es nuevo. Si además quien te lo muestra sabe mucho, acumula muchas vivencias y conoce cómo funciona el paisaje y el paisanaje entonces … es un lujo.

Era el final de nuestro periplo por la Montaña Palentina. Y fue un magnífico broche.

Tras la segunda espera nos dirigimos a Vidrieros a recuperarnos tomando un café con leche en un agradable bar. Es el último pueblo en la cabecera del valle. Un pueblo pequeñico rodeado de prados de siega y de matorrales por el abandono de los pastos a diente. 

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Vidrieros, de hecho, se encuentra en la solana del pico Curavacas (2.524 m.), emblema y orgullo del valle.

Allí le tomamos el pulso al río Carrión. Bajaba bravo y caudaloso, crecido por el copioso deshielo de un invierno que ha dejado nevadas como las que hace años que no se veían.

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Un río con la energía necesaria para evacuar los bloques desprendidos eventualmente desde los canchales laterales. 

En la margen izquierda del valle asomaban estratos casi verticales de cuarcitas del Silúrico Superior. Bajo las crestas cuarcíticas se acumulan los bloques desprendidos formando canchales. Estos, inestables por la caída de nuevos trozos de roca, son difícilmente colonizados por las escobas y los abedules. El río, ofrece riesgos y oportunidades para la vegetación. Una orla de sargas amortigua el embate de las crecidas y la caída de bloques.

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Las laderas tienen pendientes muy acusadas. El abandono de la ganadería extensiva y su manejo mediante el fuego han favorecido el desarrollo de los brezales (Calluna vulgaris, Erica arborea y E. australis) y de las escobas (Cytisus purgans). Los primeros ya estaban en plena floración, las leguminosas todavía no.

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Son matorrales densos y con una gran cobertura, eficaces en la protección del suelo pero tan vulnerables al fuego como lentos generadores de humus en el mismo.

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En el margen de un remanso del río, a salvo del empuje de la corriente, florecía radiante la hierba centella (Caltha palustris) …

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Y seguimos remontando el valle. Con sus 45 Km. de longitud, el valle glaciar más largo de la península Ibérica, según nos informó Tino.

En la cordillera Ibérica no son especies autóctonas. Las abundantes precipitaciones favorecen a los robles y a las hayas que compiten con eficacia con las coníferas. Sin embargo, la política forestal del siglo pasado implantó cultivos de pino albar en algunos parajes del valle de Pineda. Como es el caso de la Valleja de las Cabras.

En el fondo del valle nos sorprendieron una lomas de materiales detríticos que no parecía depósitos fluviales. Las características de los clastos no eran fáciles de apreciar por estar completamente cubiertos por la vegetación.

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Según los especialistas, corresponden a los restos de morrenas frontales de cierta entidad abandonados por la lengua glaciar en su retirada durante los periodos templados. Sus dimensiones sugieren que pudo mantenerse el frente durante mucho tiempo. Recomendamos la lectura de un estudio del glaciarismo de este valle.

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El río se ha visto obligado a abrirse paso entre estos depósitos y, a pesar del tiempo transcurrido y de su alta energía, no ha llegado a barrerlos.

En algunos casos se observaban acúmulos que conectaban con las laderas. Pudieran ser interpretadas como depósitos coluviales.

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Pero, estos no aparecen en los mapas geológicos por lo que pueden tratarse de depósitos glaciares entre los que el río Carrión se ha abierto paso alcanzando un trazado sinuoso.

En el fondo del valle, lejos de cualquier cantil o cancha, eran frecuentes unos bloques de dimensiones métricas y suaves formas.

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Muy probablemente se traten de materiales transportados por el hielo, tras su caída sobre las lenguas glaciares, y depositados después de la ablación del hielo.

Sobre una escoba, cerca de la pista, un excremento de lobo con abundante pelo de ciervo.

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Es probable que fuera la de un ejemplar dominante en la manada, por tratarse de un lugar abierto y accesible. Un mensaje para lobos de otros grupos. Un aviso.

Y comenzamos a caminar para cruzar el río.

Los prados estaban comenzando a producir las primeras flores pocas semanas después de la retirada de las nieves. Era un espectáculo

La diminuta genciana de primavera (Gentiana verna) …

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el narciso de olor (Narcissus bulbocodium)  ….

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la Pedicularis palustris en suelos higroturbosos

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La delicada (Gagea lutea) en suelos con menos humedad …

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el blanco ranúnculo (Ranunculus amplexicaulis)

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o la margarita (Leucantemopsis alpina) …

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Las nubes cubre las montañas de ambas vertientes del valle. Pero, en ocasiones, se desvanecen y nos permiten contemplar las cumbres con sus neveros. Como es el caso del pico Lezna (2.208 m.).

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y, con más suerte, el macizo de Peña Prieta (2.539 m.) …

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Por la derecha bajaba tumultuoso el río Arauz con las aguas de deshielo recogidas en la vertiente norte del citado Lezna , del Pumar (2.066 m.) y del Bistruey (2.000 m.), ya en la raya con Cantabria. En menos de 9 Km. de longitud resuelve casi 750 m de desnivel.

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En la desembocadura del Arauz sobre el Carrión se produce un acúmulo de sedimentos fluviales acarreados por cada río que se superponen con restos de depósitos glaciares.

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Sobre los materiales aportados por los ríos y colonizados por la vegetación herbácea hacen sus madrigueras y labra sus galerías la rata topera (Arvicola terrestris) bajo el manto de nieve durante los meses invernales.

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Este arvicólido es una rata de agua propia del Paleártico y que en la península Ibérica tiene una distribución restringida a las cordilleras Cantábrica y Pirineos.

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Rata topera y su área de distribución en España. Fuente: MAGRAMA

Junto al río encontramos un excremento de nutria (olor a pescado) en el que había tanto escamas … ¡como una patica de topo!

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Y poco más adelante … una huella de lobo.

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Nos acercamos al refugio de pescadores de Santa Marina donde dimos buena cuenta de la longaniza y el jamón de Teruel y el vino de Cariñena, mientras aprendíamos de la experiencia viajera de Tino.

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Grandes retamas crecían al pie del peñasco …

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.. dando un pasto fresco y jugoso muy buscado por los osos en esta época del año.

Encontramos una aceitera (Meloe violaceus) de un sorprendente color azul …

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Estaba muy cubierto y dudamos en continuar remontando el valle. Pero ya una vez aquí …¡allá que nos fuimos!

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El río Carrión mostraba unos rasgos propios de los grandes ríos de montaña. Como lo que es. Las barras aportadas en sus crecidas y entre las que se abre paso creando canales le confieren un trazado anastomosado. Entre los canales se forman islas que son colonizadas por herbáceas y, si hay estabilidad, leñosas, como las sargas.

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Esta idea se comprende mejor viendo la foto aérea.

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Un río de un enorme valor geomorfológico. Todavía no alterado por la acción humana.

Nos contaba Tino que el espesor de las gravas fluviales podía ser de varias docenas de metros. Todos estos sedimentos deben estar saturados de agua para que en superficie fluya la corriente. ¡Y de qué manera lo hace!

La llanura de inundación tenía una anchura que variaba entre los 130 y los 270 m. Estas gravas eran colonizados por las sargas (Salix sp.) que formaban una masas abiertas pero extensas …

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… que conectaban con las escobas que colonizaban los depósitos de ladera.

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Hace unos pocos años se realizó una repoblación forestal sobre los brezales y escobares. Una máquina araña fue realizando los hoyos y plantando pino albar, mostajo y abedul.

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En la imagen aérea puede verse la gran extensión afectada …

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Obsérvese el detalle de los “arañazos” en el matorral. El rastro de la “araña” plantadora.

Por lo que parece, de las diferentes especies arbóreas tan solo ha prosperado el pino albar plantadas. A algunos de los jóvenes pinos, las nevadas no les ha probado muy bien …

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No entiendo qué problema tienen los brezos y las escobas …

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Continuamos por el camino pasando junto a un aprisco y dejando a un lado estratos de pizarras y cuarcitas silúricas …

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En la margen derecha del Carrión se encuentra la reserva. Es el macizo del Curavacas.

En algunos flancos hay depósitos detríticos del Holoceno de ladera con un color más rojizo que las cuarcitas y pizarras silúricas que recubren. Son conglomerados.

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Se ve en el mapa …

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y en el paisaje …

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… a pesar de la densa cobertura del matorral.

El paseo por el fondo del valle no podía resultar más agradable. A nuestra izquierda desciende el arroyo de Riuplanes desde la Laguna del Pozo Oscuro, un pequeño lago de origen glaciar.

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La niebla y la lluvia nos impiden ver las verdaderas dimensiones de estas montañas aunque entre los breves claros se atisba su grandeza.

En las altas cotas de este recóndito valle establecen sus guaridas invernales las osas preñadas de la población oriental cantábrica. En las fisuras de los estratos y tras cerrar con paja y ramas su salida, bajo el manto de la nieve, soportan pacientes los meses fríos mientras van formando en su seno a sus pequeños. Por estas fechas ya comienzan a salir de las oseras. Pero hoy no es buen día. Hace frío y lluvia. Hoy dormirán al calor de la madre. Impresiona imaginar la escena en cualquier rincón de estos montes.

Seguimos avanzando por el fondo del valle. En pleno camino hay otro excremento de lobo, algo deshecho. Este contiene pelos y huesos de jabalí. Impresiona imaginar cómo engullirán semejantes piezas.

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Y, poco a poco, alcanzamos un refugio de pastores. La chimenea humea. Junto a la puerta hay dos todo-terrenos. Dentro, cuatro ganaderos lebaniegos preparan unas judías blancas en una olla exprés. Han llegado desde la Vega abriéndose camino entre la nieve -a paladas- por el collado de la Choza de Vega la Canal (1735 m.). Compartimos un trago de vino y comentamos amistades comunes. Están supervisando el estado de los  prados pues, en breve, subirán a sus vacas al valle de Pineda, cuyos pastos tienen arrendados desde hace décadas.

E iniciamos el retorno. Cae la lluvia e invita a pensar. A imaginar lo que se hubiera perdido si el Tribunal Constitucional no hubiera denegado el intento de la Junta de Castilla y León de modificar la normativa ambiental (el plan de ordenación de los recursos) para permitir la construcción de las pistas de esquí de San Glorio en este sector del Parque Natural de Fuentes Carrionas.

Una gran alegría interior te permite celebrar que, por una vez, las iniciativas de políticos desarrollistas como el Sr. Herrera (Castilla y León) y el Sr. Revilla, sí el famoso Sr. Revilla, tan locuaz y popular, y las empresas que esperaban medrar a costa destruir el patrimonio natural cantábrico, no se hayan salido con la suya.

Y vuelves pensando que las osas tendrán tranquilidad en primavera. Que esta senda seguirá sin ser asfaltada. Que los telesillas no llegarán a las altas montañas. Que las voladuras no se producirán en estas cimas. Que los arroyos no se entubarán. Que el asfalto de los aparcamiento no cubrirá las praderas.  Que la Vuelta Ciclista a España no estropeará a estos montes como tristemente ocurre en Picos de Europa.

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La lluvia nos acompaña durante el retorno.

La lluvia, el silencio y el espíritu ensanchado por la grandiosidad de estas montañas.