Natura xilocae

Journal of observation, study and conservation of Nature Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal de l'observation, l'étude et la conservation de la nature et des Terres de Jiloca Gallocanta (Aragon) / Journal der Beobachtung, Erforschung und Erhaltung der Natur und der Lands Jiloca Gallocanta (Aragon) / Gazzetta di osservazione, lo studio e la conservazione della natura e Terre Jiloca Gallocanta (Aragona) / Jornal de observação, estudo e conservação da Natureza e Jiloca Terras Gallocanta (Aragão)

domingo, 6 de enero de 2013

PÉRDIDA DE SUELO

El suelo es el producto de la compleja interacción que los gases de la Atmósfera, el agua y los seres vivos establecen con los materiales rocosos de la superficie de la corteza terrestre.

Como resultado de la misma y al cabo de muchos años se acumulan sobre la roca madre (el material de partida) fragmentos y minerales procedentes de su disgregación física y de su alteración química, así como restos de los seres vivos, fundamentalmente vegetales, en un variable grado de descomposición por los organismos.

Si los suelos son maduros, es decir si se han desarrollado en condiciones de estabilidad y durante el tiempo necesario (generalmente décadas, en entornos mediterráneos bastantes de ellas), presentan una estructura característica con tres capas (u horizontes). La superior es rica en materia orgánica (humus) y es la que soporta la mayor parte de los seres vivos y la que presenta mayor cantidad de poros donde se retendrá el agua de las precipitaciones. Bajo ella, existe una capa en la que la proporción de humus cae mientras que es alta la cantidad de arena y arcilla, así como de sales minerales arrastradas por el agua que se infiltra. La más profunda contiene una progresiva proporción de fragmentos de la roca madre procedentes de su meteorización y una menor de matriz arcillosa y arenosa.

Los suelos están muy influenciados por el tipo de roca madre sobre la que se forman, pero fundamentalmente por el clima en el que se desarrollan, ya que este factor determina la velocidad de meteorización de aquella y, por otro lado, el tipo de vegetación que se desarrolla en el territorio.

El relieve es también un factor muy importante ya que influye en la relación existente entre el agua que se infiltra (que será la aprovechada por la vegetación y la que alterará a la roca) y la que se desliza mediante escorrentía superficial, así como en la velocidad de la misma y, por tanto, en su capacidad erosiva.

En las laderas montañosas, los suelos tienen dificultad para alcanzar la madurez. En las partes altas, la erosión impide el desarrollo de los horizontes superiores por la movilización de parte del humus y de las partículas minerales de alteración (arenas y arcillas). En las partes bajas, cuando las aguas de arroyada pierden energía, estos materiales se depositan sobre los respectivos horizontes desorganizando periódicamente la estructura del suelo.

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Cerros en la partida de Cuatro Puertas, entre el valle del Pancrudo y del Jiloca.

En las laderas de las montañas de las comarcas del Jiloca y del Campo de Daroca la roca madre suelen ser unos depósitos formados por fragmentos de las rocas que afloran en las zonas altas que proceden de su meteorización, su erosión y su inmediato depósito. Son conocidos como glacis.

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Glacis en la falda del monte Valdellosa (Calamocha)

Si el relieve no es muy acusado, y una vez eliminados los bosques originales que sobre ellos se desarrollaron, el hombre los ha utilizado como soporte para la agricultura. Si la pendiente es notable, y también tras su deforestación, se han dedicado para el aprovechamiento de los pastos para la ganadería. En momentos de crecimiento demográfico, como ocurrió en los siglos XVIII y XIX en esta parte de Aragón, muchas de estas empinadas laderas, fueron dedicadas a la agricultura mediante la construcción de terrazas (o bancales) mantenidas por muros de piedra.

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La pérdida de suelo en estas laderas cultivadas ha sido muy importante. En el clima mediterráneo las precipitaciones son escasas, irregulares y, ocasionalmente muy violentas. En estos terrenos desprotegidos de cubierta vegetal durante buena parte del año, durante episodios de lluvia torrencial, las aguas salvajes movilizan ladera abajo los escasos restos vegetales y buena parte de la matriz detrítica, dejando huellas en la superficie como son los surcos de erosión y los mantos de piedras. Acto seguido, la remoción de la tierra por el arado elimina los surcos y entierra parcialmente las piedras, ocultando a la vista lo ocurrido.

Villar del Salz

Campo de Villar del Salz afectado por las lluvias del pasado octubre

Sin embargo, hay lugares en los que la pérdida de suelo se puede apreciar con claridad e incluso medir. Esto ocurre en la base de los bancales. En las paredes, las piedras de la base se disponían sobre la superficie de la terraza recién formada. Directamente, sobre la tierra misma. Al erosionarse esta, queda colgado el muro, al aire.

Obsérvese bien esta imagen.

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Fue tomada en una ladera abancalada de suave pendiente situada en Nogueras (valle del río Cámaras). El sustrato corresponde a un glacis con abundantes materiales arcillosos y algunos clastos de cuarcita. Se pueden observar dos terrazas, dedicadas actualmente al cultivo de cereal de secano. Más arriba se aprecia el talud recién creado al ampliar la carretera que une Nogueras y Santa Cruz de Nogueras (se observa una señal y un drenaje de la cuneta.

La pared que mantenía a la terraza superior se ha desmoronado de forma casi completa. Tan solo queda un fragmento. En su base se observa una diferencia de más de medio metro de altura entre la superficie del suelo y la parte inferior del muro de piedras. Es el suelo que se ha perdido. No es difícil calcular el volumen.

¿Cuántos metros cúbicos de suelo habrán sido arrastrados por las aguas en esta ladera? ¿Y en el extenso y abrupto valle del Cámaras? ¿Y en la cuenca del Aguas Vivas?

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