Durante las últimas semanas muchas de las aves que nos han acompañado todo el verano ya se han marchado. El fin de semana pasado, en Zaragoza, mientras disfrutaba de una fresca mañana leyendo al sol en la piscina (el agua ya ni tocarla) no paraban de oírse abejarucos en paso migratorio, camino del sur.
Es momento de viajar y volver a cambiar de aires en las vidas de muchas aves.
Los vencejos hace tiempo ya que dejaron de oírse. Es curioso como, sin darnos cuenta, desaparecen tan rápido como llegaron.
Otro que se nos marcha con el verano es José Antonio Labordeta. Hoy hemos conocido la triste noticia de su fallecimiento. Se va para siempre el abuelo de Aragón, se va con los primeros cierzos y noches frescas, con las primeras lluvias que huelen a otoño, con los cielos limpios y el olor a uva y tierra fresca de labranza.
Desde Pirineos a Sierra Callada, la otoñada llorará como nunca tu pérdida y tu ausencia. Adiós Labordeta, hasta siempre.
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